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George Orwell vuelve a las aulas

La experiencia nos ha enseñado que lo que más puede perjudicar a un estudiante es una tutela excesiva o una sobreprotección que les impida salir de esa minoría de edad a la que refería Kant con su Aude sapere.

Por eso, es un grave error pensar que, en aras a un supuesto bienestar sociocultural, se debe proteger a los estudiantes universitarios de ciertas palabras, ideas o libros que, por su dudoso contenido, pueden perturbar su exquisita sensibilidad.

Son palabras del profesor Alfredo Obarrio, referidas a la obra 1984 de George Orwell, comentada el pasado mes de febrero dentro del 4º Programa IECO de Los Grandes Libros.

Obarrio sostiene que los años le han enseñado que la época en la que nos ha tocado vivir nos condiciona. Unas veces para liberarnos; otras, para constreñirnos; y en no pocas ocasiones, para violentarnos. Se puede pensar, y hay quien lo afirma, que lo ideal sería que esta no condicione nuestra forma de ver y deliberar. Qué fácil es decirlo, escribirlo o meditarlo, pero qué difícil resulta ser fiel a uno mismo cuando el ambiente no siempre es propicio para la libertad de pensamiento. Lo ideal sería que «nuestro tiempo» no condicionara nuestra forma de ver y deliberar.

Todo docente es un ser que se pregunta. Y me pregunto: ¿Podemos afirmar que se ha impuesto un pensamiento único que determina y encorseta nuestra forma de ver el mundo? No albergo la menor duda al respecto. Y al aseverarlo sé que me muevo en arenas movedizas. Sé que escribir estas palabras no es políticamente correcto. Sé que no me va a granjear el beneplácito de la comunidad académica. Sé que algún lector discrepará abiertamente. Está en su derecho. El mío consiste en pensar en libertad y en escribir con honestidad. Diría más: mi deber como profesor universitario me obliga, en conciencia, a no caer en esa estéril y funesta equidistancia, pero, sobre todo, a no aceptar que los recodos y los pliegues más recónditos de mi ser puedan verse “colonizados” por pensamientos, doctrinas o visiones que, por herméticas y dogmática, no comparto.

Afortunadamente, mi voz no es una palabra que clame en el desierto. El 7 de julio de 2020 ciento cincuenta escritores, artistas e intelectuales firmaron un manifiesto en la revista Harper’s contra la dictadura de lo políticamente correcto, al que se ha unido un nutrido elenco de intelectuales españoles. Todos ellos expresaban su preocupación por la intolerancia hacia las perspectivas opuestas, la moda de la humillación pública y el ostracismo que está ganando fuerza en EE.UU. Es un comienzo. Un buen comienzo.

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